"Acá me están enseñando a recuperar la vida"

Enzo Galarza, tiene 23 años y vive en Barranquitas Sur al igual que toda su familia. Tiene 12 hermanos y hoy en la casa de su hermana transita la vida y los días de una manera distinta a los últimos años. En su relato cuesta comprender tantos golpes duros recibidos en tan poco tiempo. Pareciera que la vida se ensañó con él y le pegó por todos lados. Pero está de pie; distinto, fortalecido para seguir peleando otro futuro. 

Enzo llega un poco tarde a la clase de boxeo. A las apuradas nos saluda y quedamos en conversar cuando termine. Pasa al baño, se cambia en un instante y luego de saludar al profe se suma a los 15 jóvenes que están entrenando en el salón principal del Centro. 

Nos quedamos observando la clase y nos sorprende este deporte que tiene “algo mágico”, que infunde disciplina, esfuerzo y, sobretodo, el cuidado y respeto del otro. Es muy fuerte ver a los pibes como, a centímetros de distancia del oponente, con guantes en las manos y muchas veces ansiosos por descargar las injusticias que pesan en sus cuerpos y cabezas, respetan a su compañero y no se lastiman. 
Terminan, saludan al profe “Chino” y David, su ayudante y arranca un momento de descanso pero también de encuentro, de compartir en un lugar que, evidentemente, sienten propio. Junto con Enzo, subimos las escaleras y nos dirigimos a la oficina del Equipo Profesional del Centro, donde más tranquilos, hablaremos casi una hora y media. 


-¿Cómo estás Enzo?, - sencillamente preguntamos y pareció abrirse una compuerta de ganas de hablar… 

-“Ahora me siento re bien, tranquilo. Viví muchos años muy mal, encerrado; creía que todos hablaban y pensaban mal de mí y eran todos miedos y mambos míos. Eso me perseguía siempre. Yo iba caminando por la calle y veía que todos me miraban mal, iba y le metía una piña o un puntazo y le robaba de paso. Era un desastre de persona. Vivía sucio, no me bañaba en una semana o más, estuve en situación de calle mucho tiempo. Y robaba para consumir, lastimé gente para tener plata para conseguir droga”. 

-¿Qué consumías? 

-“De todo. Cocaína, marihuana, crack, tomaba mucho alcohol. Lo peor de todo es el crack, no te importa nada para fumar. Llegué a gastar $ 7.000 por semana para consumir crack”. 

-¿Cómo es fumar crack? 

-“Volcas un “capuchón” de cocaína en una cuchara, le agregas bicarbonato y un poco de agua. Lo calentás con un encendedor, se hace un aceite y lo sacas cuando queda como una “cáscara”, lo quemás y fumas con una pipa de bronce con punta de cobre. En segundos estás a full, volado… El efecto te dura media hora pero querés más y más. Es muy adictivo y te destruye loco… Esa mierda me mató a mi hermano”. Enzo baja la mirada y al levantarla, esos ojos grandes y oscuros están cubiertos de un rojo de lágrimas. Hace una pausa, como buscando tomar aire (y fuerzas) y sigue hablando de su hermano. 

- “Él murió hace poco, el 6 de diciembre del año pasado, de un paro cardio-respiratorio. También tenía úlceras (por el derretimiento de la punta de la pipa con la que fumaba crack). Era más grande que yo, tenía 27 años. Yo sufrí mucho y la muerte de mi hermano me hizo pensar todo el tiempo que perdí drogándome desde los 13 años…” 

-¿Por qué empezaste a consumir? 

-“La historia es larga y fea. Empecé porque mi hermana se juntó con un tipo que vendía, armaba delante mío y yo ahí por primera vez me inicié con la droga. Un día me pidió buscar unas cosas y le robé dos “bolsitas” de cocaína. Tenía 13 años, era re pibe. Aguanté un día pero quería seguir tomando y tomando… varias veces le robé para consumir. Él se daba cuenta y me dejó hasta que un día me ofrece si quería vender para él y que me pagaba. Hicimos un arreglo y empecé a venderle y consumía. Agarré un revolver por primera vez, me tiroteé, había mucho bardo por las peleas en el barrio por la droga. Cada vez era todo peor. Empecé a tomar pastillas (“Clonazepam”, “Rivotril”), también aspiré poxiran. Robaba con mí revolver. Todo, todo era para drogarme. Después quise suicidarme varias veces con pastillas, me corté los brazos. En ese tiempo abandoné la escuela, llegué hasta 1° año en la Cristo Obrero”. 

Enzo atraviesa el relato con tristeza pero con mucha entereza y sigue: “Mi hermana fue muy adicta, él le pegaba mucho hasta que se separó con sus 3 hijos. Tuvo intentos de suicidio y un día se decidió y se internó en Bs. As. para recuperarse de su adicción. Hoy está recuperada y vive con sus 3 hijos acá en Santa Fe. Me felicita mucho y dice que juntos vamos a contar a otros lo que nos pasó”, sonríe. 

-¿Cómo hiciste para salir de esa situación tan difícil? 

-“La muerte de mi hermano me sacudió todo. Yo estaba en la calle y mi hermana me ofreció su casa y me dije así no puedo seguir. Por esas cosas de la vida, otro de mis hermanos me dijo “andá al Centro” (él venía a boxeo desde que abrieron).Yo vine para hacer boxeo, me gustó mucho pero no imaginaba todo lo que era ni que iban a ayudarme así; que había gente que volvía a confiar en mí”. 

Es imposible escuchar a Enzo y no pensar inmediatamente, ¿de dónde saca tanta fuerza para sobreponerse a tanto viento en contra de la vida? Entremezclado en su relato nos da algunas pistas. Su familia, su pequeña hija de 1 año y 5 meses que hace tiempo no puede ver. O tal vez, en su admiración al Che Guevara a quién conoció con sus amigos cuando iba a la Escuela Cristo Obrero. O todos esos sentimientos juntos. Pero sigamos. 

-Te vimos practicar boxeo. ¿Qué otras actividades realizas en el Centro? 

-“Sí, hago boxeo, vengo a los Talleres de Música (guitarra y percusión) porque me gusta mucho la música. Siempre vengo a las actividades de Cine, charlas, participo de las jornadas de lucha. Y vengo a las reuniones con el Equipo. Me ayudó mucho el Encuentro con la psicóloga, la confianza que me brindó Juan y el Equipo y el interés que tienen por mí. Me abrieron los brazos, me ayudan a proponerme metas, a sentirme útil. Lo más importante es tener proyectos que tapen los espacios y los momentos que podés pensar en la droga”. 

Enzo continúa describiendo sus días detalladamente y con mucha felicidad: 

-“También estoy yendo a la Colonia de Vacaciones, -en las instalaciones de “La Juntada”, un lugar que conocí porque Gisela y Amancay me vincularon con ellos. Algunas noches hago bici en la costanera. Termino el día cansado y quiero pegarme un baño. El Centro me cambió. Acá me están enseñando a recuperar la vida. Me re valoran, confían en mí. La vengo luchando para no caer de vuelta. Ahora quiero terminar la escuela; me convencieron de eso”. 

-Decías que con tu hermana se iban a juntar y contarles a otros lo que les pasó, ¿hoy que le querés contar a otros pibes? 

-“Tantas cosas. En el barrio, todos los días les digo a mis amigos que dejen la droga. Busco pibes para traerlos al Centro. Están los que me felicitan por como estoy y están los que me ofrecen”. Rápido, aclara tajante: “Les digo de que no, de una. Es muy difícil salir de la droga. Tenés que lucharla mucho. A otros pibes les diría que yo me arrepiento mucho de todo lo malo que hice. Como consejo que la droga es muy mala, que no le den de comer a un transa; si tienen hijos que los miren a la cara y los cuiden, que valoren sus vidas, su familia; que estudien. Gasten la plata en comida, no en el narco. Ellos cambian camionetas, casas… mientras, se mueren los pibes. A los padres que acompañen a sus hijos, conocer en que andan, apoyarlos, aconsejarlos”. 

-¿Se puede ganarle a la droga? 

-“Claro que sí. Yo creía que no podía salir, pero era porque no me valoraba y la pérdida de mi hermano me cambió todo. Después llegué a este lugar y pude salir por conocer y sentirme alguien acá. Tienen que luchar y meterse proyectos en la cabeza y si un amigo le ofrece droga, esquívalo. Más vale solo que mal acompañado”. 

-La última Enzo, ¿tenes un sueño? 

-“Un sueño… estudiar, terminar la escuela secundaria y llegar a ser Psicólogo. Quiero ayudar a muchos pibes a salir de la droga” .

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